Florencio Varela, Buenos Aires – En pleno siglo XXI, hay fábricas Argentinas donde trabajar es sinónimo de jugarse la vida. La planta de Baterías Champion se transformó en el epicentro de una pesadilla: más de 60 trabajadores expuestos a plomo todos los días, sin ropa adecuada, sin protección, y con una patronal que los condena al silencio y la enfermedad. Al menos 9 ya están intoxicados, y otros siguen trabajando contaminados porque la empresa se niega a reconocer sus casos ante la ART.
Las investigaciones realizadas por Neo TV, con relatos y denuncias de los propios trabajadores, revelan un panorama de abandono brutal: hornos a 300 grados sin protección, sectores inundados, instalaciones eléctricas peligrosas, baños en condiciones deplorables, y duchas sin agua caliente. Muchos empleados deben llevarse la ropa contaminada a casa, exponiendo también a sus familias al veneno invisible del plomo.
“Estoy intoxicado con 39 de plomo en sangre. La ART me rechazó, tuve que ir por mi cuenta a un sanatorio”, confesó un trabajador con 23 años de antigüedad. Otro, más joven pero con casi una década en la empresa, fue aún más crudo: “En ocho años nunca supe cuánto plomo tenía en el cuerpo. Nunca nos mostraron los análisis”.
La fábrica, propiedad de Industrias Hardbat S.A. y Champion International Batteries S.A., enfrenta una lluvia de denuncias por parte del sindicato ATIQyP, que logró llevar el caso hasta el Ministerio de Trabajo bonaerense, donde ya se labraron más de 60 observaciones por irregularidades gravísimas. Se prometió un plan de inspección con visitas sorpresa, entrevistas confidenciales y control sanitario urgente.
Pero no se trata solo de salud: los sueldos se pagan en negro, las horas extra no figuran, y los recibos son papeles truchos escritos a mano, según denunció Edgardo Gómez, secretario adjunto del gremio. Un trabajador que estaba por jubilarse descubrió que le faltaban meses de aportes, y a otros directamente los despidieron sin indemnización tras quedar incapacitados por la contaminación.
La interna sindical agrava la crisis: trabajadores denuncian que el gremio STIQPYE actúa como brazo de la empresa, hostigando a quienes se afilian al sindicato opositor. “Nos dijeron que si no nos pasábamos, el lunes íbamos a tener problemas”, denunció un empleado. Hubo amenazas, golpizas y persecuciones dentro de la planta.
Desde el gremio ATIQyP fueron tajantes: “No vamos a parar hasta que se haga justicia. Esta fábrica no puede seguir funcionando como un campo de exterminio silencioso, con trabajadores del siglo XIX”.
Las denuncias contra Antonio Rivero, presidente de la fábrica, no fueron el único canal de protesta. La indignación también se manifestó en toda la zona a través de carteles, en un desesperado intento por visibilizar una situación crítica: cada minuto que pasa pone en riesgo la salud de los trabajadores.